- La deficiencia de glutatión podría ser una de las causas de la enfermedad grave, ya que cuando se combina con el COVID-19 produce un estrés oxidativo significativo, inflamación pulmonar y falla multiorgánica
- Un científico relacionó la deficiencia de glutatión con muchas de las condiciones comórbidas que aumentan la gravedad del COVID-19, como la edad, la diabetes, el género y el tabaquismo
- El investigador también encontró datos que indican que la deficiencia de glutatión puede afectar su capacidad para sintetizar vitamina D, otro factor de riesgo de enfermedad grave
- Suplementarse con NAC, consumir alimentos ricos en precursores de glutatión, hacer ejercicio aeróbico y entrenamiento de fuerza podrían ayudar a mantener niveles saludables.
Los coronavirus se identificaron a mediados de la década de 1960 y se denominaron así por las puntas en forma de corona en la superficie de la célula. Hasta el 2003 que apareció el SARS-CoV, solo había cuatro coronavirus comunes. Los CDC recopilaron una lista de síntomas causados por estos virus, la cual muestra que son los mismos que los del resfriado común. Estos síntomas incluyen secreción nasal, dolor de garganta, dolor de cabeza, fiebre y tos.
Sin embargo, desde el inicio de la pandemia global los científicos han descubierto que los síntomas y los efectos a largo plazo son muy diferentes para el SARS-CoV-2. Los síntomas iniciales incluyen fiebre, tos, dificultad para respirar, fatiga y pérdida del gusto u olfato. Además, a diferencia de un coronavirus natural, las complicaciones adicionales pueden afectar el sistema cardiovascular, los riñones, el hígado y los pulmones.
Se identificó la hipercoagulabilidad como una de las disfunciones subyacentes que desencadenan la dificultad para respirar y las complicaciones pulmonares graves. En un estudio, los pacientes que ingresaron en el Hospital Universitario de Padua en Italia por insuficiencia respiratoria aguda exhibieron “perfiles de tromboelastometría notablemente hipercoagulables”. Entonces los investigadores señalaron:
“En conclusión, los pacientes con COVID-19 e insuficiencia respiratoria aguda tenían un estado grave de hipercoagulabilidad, en lugar de una coagulopatía consuntiva. La formación de fibrina y la polimerización podría predisponer a la trombosis y correlacionarse con un peor resultado”.
Las formaciones de coágulos en todo el cuerpo podrían relacionarse con otras complicaciones que surgen después de que la enfermedad se ha resuelto. Asimismo, parece que la diferencia entre las personas que tienen una enfermedad leve o grave podría relacionarse con la capacidad del cuerpo para reducir la hipercoagulabilidad y la respuesta hiperinmune que provoca la tormenta de citoquinas.
¿Cómo funciona este antioxidante maestro?
Un antioxidante es una molécula que evita que otras moléculas se oxiden. El glutatión es un poderoso antioxidante que puede desempeñar un papel importante en el proceso del COVID-19. Hay 20 aminoácidos que pueden unirse en diferentes formaciones para crear una molécula de proteína.
Sin embargo, el glutatión es un tripéptido, lo que significa que solo hay tres aminoácidos que pueden unirse para formar una molécula de glutatión. Estos son la cistina, la glicina y el glutamato. Juntos ayudan a utilizar y reciclar otros antioxidantes, como la vitamina C y la CoQ10.
Esto significa que su cuerpo utiliza glutatión con el fin de aumentar la efectividad de estos antioxidantes y ayudar a reciclar las moléculas. Sin glutatión, la capacidad antioxidante se reduce de manera significativa. Esta función podría ser lo que ayudó al glutatión a recibir el apodo de “antioxidante maestro”.
La N-acetilcisteína (NAC) es un precursor del glutatión. Independientemente de su función con el glutatión, existe evidencia clínica que demuestra que la NAC produce otros efectos, los cuales incluyen el efecto trombolítico. También mejora el estrés oxidativo y la respuesta inflamatoria.
A finales de marzo de 2020, un estudiante de medicina puso a prueba esta teoría cuando su madre, Josephine Bruzzese de 48 años, fue diagnosticada con neumonía en el Hospital Langone de la Universidad de Nueva York en Brooklyn. Sin una prueba de COVID-19 disponible, la enviaron a casa como un caso sospechoso. Le recetaron hidroxicloroquina y azitromicina, que ayudaron con algunos síntomas, pero no mejoraron su respiración.
Cuando no podía ponerse de pie y tenía problemas respiratorios graves, su hijo se puso en contacto con el Dr. Richard Horowitz, un especialista que estaba tratando a su hermana por la enfermedad de Lyme, quien le sugirió utilizar glutatión para ayudar a reducir la inflamación y proteger tejido pulmonar de Bruzzese. Los resultados fueron sorprendentes.
Una hora después de recibir una dosis de 2 000 mg de glutatión, su respiración mejoró y logró ponerse de pie. Continuó tomando glutatión durante cinco días y no ha sufrido una recaída. En una entrevista para un reportero de New York Post, Horowitz compartió que está trabajando para diseñar un ensayo clínico extenso que ayude a demostrar la efectividad de lo que él llama “un tratamiento fácil y económico”.
El 5 de mayo de 2020, el Centro Oncológico Memorial Sloan Kettering publicó un ensayo en Clinicaltrials.gov en el que anunció un estudio que involucra el uso de NAC en pacientes con COVID-19. En esta investigación, la primera en su tipo, el equipo del estudio planea inscribir a pacientes con enfermedades graves: un grupo recibirá 6 gramos de NAC por vía intravenosa al día, junto con otros tratamientos.
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